sábado, 2 de marzo de 2013

Cusco


La noche de nuestra llegada y el siguiente día, ocupamos las horas en pasear y disfrutar de todo lo que nos ofrecía la ciudad.

Balcones en casas de Cusco

Mercaillo en un patio de casa

Y alli encontramos gentes de Caecho (Santander)
Colocados en el centro de la plaza de Armas, flanqueados por la catedral, una iglesia y aceras porticadas, parecíamos estar en un lugar diferente. Si alguna vez soñamos en imaginar cómo sería Belén, aquello podía ser lo más cercano a nuestro sueño. No más que una plaza central y partiendo de ella, calles inclinándose en la falda de las montañas. Desde la plaza podían verse las casas y de noche las luces repartidas en las alturas, pero convergiendo en aquel lugar nos trasladaban a ese nacimiento que tantas veces quisimos tener.

Desde la plaza de armas

Vista de Cusco

Rincon de Cusco
Lateral de la catedral








Decididamente, Cusco era diferente. Cusco tenía encanto, tenía embrujo y misterio. Cusco nos hacía imaginar el imperio Inca, y sin embargo recordaba nuestros nacimientos. Recorriendo sus conventos y contemplando las pinturas cusqueñas, pudimos apreciar como en ellas, el niño Jesús aparecía con un halo sobre su cabeza que representaba al sol. El Inca adoraba al dios sol, tanto como a la diosa tierra. Pero en esas pinturas, parecía que se estaba fundiendo la adoración a Jesús y al sol.

Iglesias de Cusco

Campanario de convento
¿Nacería el sol en Cusco? Los Incas, cuando acataron el cristianismo. ¿Al adorar a Jesús estarían adorando a su dios el sol?
Cuando paseamos por sus calles, visitamos su mercado de San Pedro, subimos sus calles del barrio de la bohemia y los pintores, contemplamos las piedras de sus edificios de hasta doce angulaciones, regateamos con sus artesanos el precio de sus productos y plasmamos las imágenes de sus rincones. No pensábamos que habíamos llegado hasta este lugar y cuando nos transformamos en turistas y fotografiamos a mujeres cusqueñas con sus típicos trajes llevando en brazo un pequeño  borreguito o acompañando una orgullosa llama no nos percatamos de que todas las pastoras son iguales, sea quien sea el dios que en sus creencias centre sus vidas.
Mercado de San Pedro

Lugar para comer en el mercado


Muros de construccion de casas con enormes piedras

Calles del barrio de los artistas

Madre con sus hijos vendiendo en la calle


Pastoras cusqueñas



Para el recuerdo


Mujeres con una llama
Cusco nos había deslumbrado. Era un lugar no sólo para visitar, sino para sentir. Cusco, como casi todo Perú, vivía permanentemente con el corazón puesto en la feroz naturaleza. Los movimientos sísmicos y los grandes terremotos eran una continua amenaza, pero sus habitantes restaban transcendencia a los mismos. Cusco fue un alto en nuestro viaje, una meta, una visita, aunque en nuestro interior siempre será un lugar para seguir soñando.

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