La
noche de nuestra llegada y el siguiente día, ocupamos las horas en pasear y
disfrutar de todo lo que nos ofrecía la ciudad.
Balcones en casas de Cusco |
Mercaillo en un patio de casa |
Y alli encontramos gentes de Caecho (Santander) |
Colocados
en el centro de la plaza de Armas, flanqueados por la catedral, una iglesia y
aceras porticadas, parecíamos estar en un lugar diferente. Si alguna vez
soñamos en imaginar cómo sería Belén, aquello podía ser lo más cercano a
nuestro sueño. No más que una plaza central y partiendo de ella, calles
inclinándose en la falda de las montañas. Desde la plaza podían verse las casas
y de noche las luces repartidas en las alturas, pero convergiendo en aquel
lugar nos trasladaban a ese nacimiento que tantas veces quisimos tener.
Desde la plaza de armas |
Vista de Cusco |
Rincon de Cusco |
Lateral de la catedral |
Decididamente,
Cusco era diferente. Cusco tenía encanto, tenía embrujo y misterio. Cusco nos
hacía imaginar el imperio Inca, y sin embargo recordaba nuestros nacimientos.
Recorriendo sus conventos y contemplando las pinturas cusqueñas, pudimos
apreciar como en ellas, el niño Jesús aparecía con un halo sobre su cabeza que
representaba al sol. El Inca adoraba al dios sol, tanto como a la diosa tierra.
Pero en esas pinturas, parecía que se estaba fundiendo la adoración a Jesús y
al sol.
Iglesias de Cusco |
Campanario de convento |
¿Nacería
el sol en Cusco? Los Incas, cuando acataron el cristianismo. ¿Al adorar a Jesús
estarían adorando a su dios el sol?
Cuando
paseamos por sus calles, visitamos su mercado de San Pedro, subimos sus calles
del barrio de la bohemia y los pintores, contemplamos las piedras de sus
edificios de hasta doce angulaciones, regateamos con sus artesanos el precio de
sus productos y plasmamos las imágenes de sus rincones. No pensábamos que
habíamos llegado hasta este lugar y cuando nos transformamos en turistas y
fotografiamos a mujeres cusqueñas con sus típicos trajes llevando en brazo un
pequeño borreguito o acompañando una
orgullosa llama no nos percatamos de que todas las pastoras son iguales, sea
quien sea el dios que en sus creencias centre sus vidas.
Mercado de San Pedro |
Lugar para comer en el mercado |
Muros de construccion de casas con enormes piedras |
Calles del barrio de los artistas |
Madre con sus hijos vendiendo en la calle |
Pastoras cusqueñas |
Para el recuerdo |
Mujeres con una llama |
Cusco
nos había deslumbrado. Era un lugar no sólo para visitar, sino para sentir.
Cusco, como casi todo Perú, vivía permanentemente con el corazón puesto en la
feroz naturaleza. Los movimientos sísmicos y los grandes terremotos eran una
continua amenaza, pero sus habitantes restaban transcendencia a los mismos.
Cusco fue un alto en nuestro viaje, una meta, una visita, aunque en nuestro
interior siempre será un lugar para seguir soñando.
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