lunes, 25 de febrero de 2013

Puno y el lago Titicaca con sus islas de Uros y Takile

 
Dejamos atrás Arequipa y de nuevo un largo viaje en autobús nos esperaba. Desde la base del Misty, subimos hasta la altiplanicie andina. El paisaje se torno en pocos kilómetros y dio paso a una extensa llanura con enormes zonas de pastos en los que, vicuñas, alpacas, llamas, ovejas y vacas se alimentaban. Lagunas, ríos caudalosos y elevaciones mas o menos pronunciadas completaban un entorno diferente y muy difícil de imaginar a tal altura.

Altiplanicie

Por fin, después de atravesar Juliaca, llegamos a Puno. Una población en la falda de una montaña y asomada al lago Titicaca. Calles sin asfaltar, casas inacabadas y caos circulatorio era la primera imagen que obteníamos de esta ciudad cuya vida y existencia dependen del famoso lago.

Ciudad de Puno

Nos alejamos de la ciudad unos 15 kms, para fijar nuestra residencia en un tranquilo lugar a la misma orilla del lago y nos dispusimos a volver a adaptarnos a la altura pues nos encontrábamos a 3800 m de altura sobre el nivel del mar. 
Lago Titicaca desde los aledaños de Puno
 A la mañana siguiente, íbamos a descubrirlos encantos y misterios del lago Titicaca. Sabíamos que en su parte boliviana, teníamos muchas cosas que ver y conocer, como la ciudad de Copacabana, con su devoción a su virgen y las islas del sol y la luna. Pero el poco  tiempo de que disponíamos, solo nos permitía visitar la parte peruana y sus islas de Uros y Takile.
Muy temprano, tomamos una embarcación, donde el guía nos iba a poner en antecedentes de lo que íbamos a ver. Ni siquiera estas explicaciones, pudieron situarnos en la realidad que pocos momentos después íbamos a vivir.
Sin vislumbrar nada, llegamos a una extensa zona de juncos o totoras entre los que la embarcación dificultosamente se podía abrir paso. Y de repente aparecieron las islas de Uros, islas artificiales fabricadas por sus habitantes los aimaras. Era todo sorprendente, como mágico. Algo en nuestro interior nos hizo ser mucho mas curiosos. Queríamos saber como hacían las islas, como podían vivir allí, como se relacionaban, como…, como en realidad existía aquel lugar de una belleza sin límite para nuestros ojos, pero de una realidad que quizás no llegábamos a comprender.
Isla de Uros

Casas y suelo de las islas de Uros


Asi se construye la isla


La totora era su sustento y su vida. Con sus raíces formaban la zona de flotación de la isla, con su tronco hacían el suelo  y construían sus casas y sus embarcaciones y de su parte carnosa se alimentaban. La totora aquel antipático junco que nos dificultaba el paso era para ellos todo lo que necesitaban.
Totora o junco en el lago Titicaca

Los aimaras, con una enorme simpatía, nos dieron todo tipo de explicaciones, nos enseñaron sus viviendas, nos contaron como se organizaban, de que se alimentaban y nos mostraron sus costumbres. Supimos la juventud de sus matrimonios y la pronta aparición de enfermedades relacionadas con la humedad en la que vivian. Sus explicaciones cada vez nos sorprendían mas. Pero, sí había un motivo para todo aquello. A escasos doscientos metros de allí estaba Puno, la tierra era muy cara, no tenían medios para comprar un terreno donde vivir y allí, aunque el suelo había que volverlo a poner cada 15 días, la isla desecharla cada diez o doce años y contruirse otra. El lago le daba todo por nada, incluso sus disputas con las islas vecinas se saldaban llevándose la suya a otro lugar mas alejado.
Aimaras


Alimentos de los aimaras en las islas de Uros

Nos marchamos de allí, sin poder dejar de mirar atrás y hacernos muchas preguntas, sin respuestas. Solo, las islas de Uros existían, eran una maravilla humana en una naturaleza impresionante y los aimaras nos quisieron mostrar la felicidad de ser fieles a su antepasados y a sus costumbres.

Entrada a una isla y barcaza de transporte de sus habitantes

Muy cerca de la orilla del lago


Aún con los ojos, puestos en el lugar que dejábamos, nos acercamos a la isla de Takile, una isla en medio del lago cercana a la orilla peruana de Puno. El lago Titicaca es el lago mas alto del mundo navegable. Tiene una superficie de unos ocho mil kilómetros cuadrados, siendo su anchura máxima de unos setenta kms y su longitud de unos ciento ochenta Kms.
La isla de Takile, es una isla natural habitadas por los querchuas. La agricultura y la artesanía junto al turismo son los fundamentos de su forma de vivir. La isla, que en su punto mas alto llega a tener unos 3950 ms sobre el nivel del mar, nos aportó unas vistas de gran belleza. Pero si obtuvimos, enseñanzas, estas nos vinieron de sus gentes.
Lago Titicaca desde Takile


Como en Uros, la vida en comunidad, es el sistema de convivencia implantado. El esfuerzo común, les hacen ser enormemente, colaboradores y acogedores. Todos, jóvenes, niños, ancianos, trabajan y viven por el bien común.
Otra vista del lago

Los quechuas, nos enseñaron, que, ni la belleza física, ni la fuerza eran los motivos para una mujer fijarse en un hombre. La laboriosidad del hombre es la cualidad mas preciada. Los hombres solteros, siempre llevan un gorro de dos colores, rojo y blanco. La perfección y la belleza del gorro es lo que las chicas mas valoran cuando elijen a su pareja. Aquí tampoco existe la alianza como símbolo del matrimonio, un cinturón tejido por la esposa en la que un largo mechon de su cabello forma parte del mismo es el tesoro que durante,  su vida mas cuida el hombre y es motivo de su orgullo.

Niños y jovenes uno soltero y el otro casado o comprometido

Plaza de la isla de Takile


Fue hermoso hablar con ellos, captar las imágenes de sus rostros y pasar entre ellos unos momentos enormemente agradables, donde el lago, siempre rodeándonos, nos descubría paisajes  enormemente bellos.

Niña vendedora

Nos marchamos de la isla, regresamos a nuestro lugar de residencia y en nosotros persistía, una enorme satisfacción de haber conocido y convivido con aimaras y quechuas, aunque en nosotros  continuaban numerosas interrogantes.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario