sábado, 29 de diciembre de 2012

En Miami


Emprendiendo una nueva etapa, tras haber partido del puerto de Fort Lauderdale, la tranquila estancia en el barco y la cómoda serenidad del tiempo frente al mar y el cielo, me hacen recordar las vivencias de estos días atrás en la bella ciudad de Miami.
Al llegar e instalarnos en el apartamento, en la Brickell Av,  que iba a ser nuestro hogar en esos días, lo primero que hicimos fue comunicarnos  con la familia. Empleando los medios que hoy día se nos brindan, pudimos hablar con nuestros hijos, madre, tata, hermanos y …, y pudimos leer lo que en el tiempo de la travesía del Atlántico nos habían escrito ellos y nuestros amigos. Especialmente, la cariñosa carta de Carmen Arenas a la que deseamos abrazar, la de Andrea dándonos como una bienvenida anticipada y la de nuestros queridos amigos de la playa, la familia Hurtado.
Pasado un día para instalarnos y descansar, nos pusimos en contacto con la hermana de nuestras vecinas, Amalia y Lale de Sevilla.
Gracias a ella, Lola , a su marido Emilio y a sus hijas Lola, Lucia y Mariana, que nos brindaron su tiempo para enseñarnos la ciudad, con una dedicación y amabilidad que siempre agradeceremos.
Nos llevaron por Miami Beach para enseñarnos la playa y las zonas de más diversión, así como el gran centro cultural, el monumento a los judíos, pasear por la Lincoln Road y visitar una de las zonas mas comerciales de la ciudad. Otro día cenamos con ellos en un restaurante situado en el Hotel Mandarin con una vista nocturna de ensueño de la bahía de Miami.
Ya el resto del tiempo de nuestra estancia y con la ayuda de las indicaciones que nos facilitaron, visitamos los distintos barrios y nos movimos por Miami con mas soltura y confianza.



 


 
Debo recordar una anécdota que nos dejo impresionados. Un día, en el barrio de Coral Gable, entramos en un bar a almorzar y por casualidad quedamos ubicados en la barra, al lado de tres señores que al ver nuestra dificultad para conocer la carta, se brindaron a ayudarnos. Ello incitó a una pequeña conversación centrada en nuestros orígenes y de ella conocimos que estos tres señores eran compañeros de trabajo en NY de nuestra sobrina Carolina.
El “que pequeño es el mundo” nos hizo recapacitar y pensar mas en las casualidades y su sentido. Fue una casualidad o era algo que tenía que ocurrir así y para algo…

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