Ayer
día 21 comenzó nuestro viaje. Tras unos días de muchos preparativos, nervios e
indecisiones, a las 7 h. 40 minutos partía el tren que desde Sevilla nos iba a
trasladar a Málaga. Llevábamos un equipaje numeroso de bolsas y maletas pero
lleno de ilusiones, añoranzas e interrogantes. Ilusiones porque era el viaje de
nuestra vida, el que nunca soñamos hacer pero que por azar surgió y decidimos
emprender. Añoranzas, ya que detrás dejamos mucho, nuestros hijos David , Sara
y Pablo a los que al despedirnos ya sentimos que cada instante íbamos a
recordar y desear que estuvieran con nosotros, nuestro nieto Juan una alegría,
esperanza e ilusión permanente, nuestra familia, numerosa y “familia”, pero
fundamental en nuestras vidas, nuestros amigos siempre con nosotros, nuestro
hogar … Interrogantes, muchas preguntas
sin respuestas de lo desconocido.
A
las 10 horas y 15 minutos llegamos a Málaga e inmediatamente partimos para el
puerto donde íbamos a embarcar en el barco Celebrity Reflection. Cuando
llegamos, quedamos sorprendidos. El barco era un sueño, deseábamos verlo por
dentro, pero antes había que hacer los trámites del embarque.
Pronto
nos llevaron a nuestro camarote, una estancia en la planta 6ª, grande y
luminosa. A la entrada, a mano derecha se encontraba un servicio con una ducha,
un inodoro y un lavabo, a continuación la zona dormitorio con una cama muy
amplia y un ropero a su izquierda. Mas adelante una sala de estar con un sofá y
frente a el un mueble con tres cajones, una puerta escondiendo una pequeña caja
fuerte y otra tras la que se encontraba un pequeño frigorífico lleno de
diversas botellas de bebidas. Al lado de este mueble una mesa con una silla y
un espejo. Terminaba el camarote en una amplia terraza con una mesa y dos
hamacas.
Terraza del camarote |
Una
vez instalados decidimos visitar el barco. Cada paso que dábamos era una nueva
y agradable sorpresa.
Zona central del barco |
El
navío estaba estructurado en 15 plantas, (mas bien 14, ya que la número 13 no existía) . Cada planta tenía en
su parte central un hueco que daba a un patio situada en el nivel 3. De él
partían ocho ascensores con paredes de cristal que permitían ir viendo la zona
central de cada uno de ellos.
Los
camarotes se encontraban el largos pasillos situados a babor y estribor e iban
desde la zona central hacia proa y hacia
popa, ocupando de esta forma los niveles desde el 6 al 12. En las otras plantas
se encontraban, en las mas bajas los servicios de atención al pasajero y en los
mas elevados las zonas de recreo y actividades.
Tras
un largo paseo visitando todas las instalaciones y almorzando, a las cinco de
la tarde partimos del puerto de Málaga. Ahora si que nos alejamos de todo lo
nuestro, nos alejamos, si, pero lo llevamos con nosotros.
Adios a España |
Llegó
la hora de la cena, hora de comenzar a entablar relaciones, conocer gentes,
hacer amigos. En la mesa que teníamos asignada coincidimos con un señor llamado
José, español de nacimiento pero viviendo en Méjico desde hacía muchos años,
amable, educado y culto. Era propietario de una consultoría financiera y había
recorrido medio mundo. También estaban un matrimonio de Méjico muy simpáticos y
grandes amantes de los cruceros, sus nombres Tere y Oliver y tenían una consultoría
de recursos humanos. Completaban la mesa una señora peruana, que vivía dos
meses en Lima y otros dos en Orlando, cuya dedicación era comprar ropa en EE.UU
y venderla en Perú, muy natural y simpática con ansias de vivir y pasarlo bien
y un señor venezolano, chef de cocina llamado Andrés que vivía actualmente en
Vigo y que nos hablaba de la gran inseguridad que se vivía en Venezuela.
Amigos (falta Andres) |
Acabada la cena acudimos a un espectáculo en el teatro del
Barco, un pianista nos ofreció un repertorio de piezas actuales con maestría
que nos gusto enormemente. En ese momento estábamos cruzando el estrecho de
Gibraltar, el navío al entrar en el Atlántico comenzó a moverse y era difícil
mantener la línea recta para andar. Volvimos a nuestro camarote para descansar
tras un largo día de grandes emociones.
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