martes, 4 de diciembre de 2012

Adios a España



Ayer día 21 comenzó nuestro viaje. Tras unos días de muchos preparativos, nervios e indecisiones, a las 7 h. 40 minutos partía el tren que desde Sevilla nos iba a trasladar a Málaga. Llevábamos un equipaje numeroso de bolsas y maletas pero lleno de ilusiones, añoranzas e interrogantes. Ilusiones porque era el viaje de nuestra vida, el que nunca soñamos hacer pero que por azar surgió y decidimos emprender. Añoranzas, ya que detrás dejamos mucho, nuestros hijos David , Sara y Pablo a los que al despedirnos ya sentimos que cada instante íbamos a recordar y desear que estuvieran con nosotros, nuestro nieto Juan una alegría, esperanza e ilusión permanente, nuestra familia, numerosa y “familia”, pero fundamental en nuestras vidas, nuestros amigos siempre con nosotros, nuestro hogar … Interrogantes,  muchas preguntas sin respuestas de lo desconocido.
A las 10 horas y 15 minutos llegamos a Málaga e inmediatamente partimos para el puerto donde íbamos a embarcar en el barco Celebrity Reflection. Cuando llegamos, quedamos sorprendidos. El barco era un sueño, deseábamos verlo por dentro, pero antes había que hacer los trámites del embarque.
Pronto nos llevaron a nuestro camarote, una estancia en la planta 6ª, grande y luminosa. A la entrada, a mano derecha se encontraba un servicio con una ducha, un inodoro y un lavabo, a continuación la zona dormitorio con una cama muy amplia y un ropero a su izquierda. Mas adelante una sala de estar con un sofá y frente a el un mueble con tres cajones, una puerta escondiendo una pequeña caja fuerte y otra tras la que se encontraba un pequeño frigorífico lleno de diversas botellas de bebidas. Al lado de este mueble una mesa con una silla y un espejo. Terminaba el camarote en una amplia terraza con una mesa y dos hamacas.
Terraza del camarote
Una vez instalados decidimos visitar el barco. Cada paso que dábamos era una nueva y agradable sorpresa.
Zona central del barco
El navío estaba estructurado en 15 plantas, (mas bien 14, ya que la  número 13 no existía) . Cada planta tenía en su parte central un hueco que daba a un patio situada en el nivel 3. De él partían ocho ascensores con paredes de cristal que permitían ir viendo la zona central de cada  uno de ellos.
Los camarotes se encontraban el largos pasillos situados a babor y estribor e iban desde la zona central  hacia proa y hacia popa, ocupando de esta forma los niveles desde el 6 al 12. En las otras plantas se encontraban, en las mas bajas los servicios de atención al pasajero y en los mas elevados las zonas de recreo y actividades.
Tras un largo paseo visitando todas las instalaciones y almorzando, a las cinco de la tarde partimos del puerto de Málaga. Ahora si que nos alejamos de todo lo nuestro, nos alejamos, si, pero lo llevamos con nosotros.
Adios a España
Llegó la hora de la cena, hora de comenzar a entablar relaciones, conocer gentes, hacer amigos. En la mesa que teníamos asignada coincidimos con un señor llamado José, español de nacimiento pero viviendo en Méjico desde hacía muchos años, amable, educado y culto. Era propietario de una consultoría financiera y había recorrido medio mundo. También estaban un matrimonio de Méjico muy simpáticos y grandes amantes de los cruceros, sus nombres Tere y Oliver y tenían una consultoría de recursos humanos. Completaban la mesa una señora peruana, que vivía dos meses en Lima y otros dos en Orlando, cuya dedicación era comprar ropa en EE.UU y venderla en Perú, muy natural y simpática con ansias de vivir y pasarlo bien y un señor venezolano, chef de cocina llamado Andrés que vivía actualmente en Vigo y que nos hablaba de la gran inseguridad que se vivía en Venezuela.
Amigos (falta Andres)
Acabada la cena acudimos a un espectáculo en el teatro del Barco, un pianista nos ofreció un repertorio de piezas actuales con maestría que nos gusto enormemente. En ese momento estábamos cruzando el estrecho de Gibraltar, el navío al entrar en el Atlántico comenzó a moverse y era difícil mantener la línea recta para andar. Volvimos a nuestro camarote para descansar tras un largo día de grandes emociones.

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