martes, 22 de enero de 2013

La boda

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Mañana de peluquerías, de maquillajes y arreglos de última hora. Desde muy temprano un ir y venir incesante y por la tarde, a las seis, la cita.
Sí, en Barranco, en el barrio romántico, muy cerca del puente de los suspiros, en una pequeña y pintoresca plazuela donde las plantas y los árboles daban embrujo al lugar. Allí, majestuosa, una preciosa iglesia iba a ser testigo de la boda de Nico y Andrea.
Momentos antes, la familia y los amigos llegaban al lugar.  Todos esperando a los novios y aprovechando el instante para saludarse. Tal vez algunos  hacia tiempo que no se veían. Era el momento de aplacar los nervios y esperar.

Los invitados esperando en la puerta de la Iglesia


Las madres de los novios y familiares


Primas de los novio
Llegó Nico y tras una breve espera apareció el coche de Andrea. Nico se dirigió al altar del brazo de su madre, los invitados tomaron lugar a ambos lados del pasillo y pronto apareció la bella imagen de Andrea del brazo de su padre. A todos nos motivó su discurrir por el pasillo. Ella, emocionada, no pudo contener unas lágrimas. Su padre, con entereza, le susurro unas palabras y apretándole del brazo le mostró su apoyo. En el altar Nico la esperaba con ilusión.

Nico esperando en la puerta de la Iglesia

El novio con su madre


Llegada de la novia emocionada del brazo de su padre


Los novios escuchando las palabras del sacerdote


Los padres de Andrea


La ceremonia fue sencilla y emotiva. El sacerdote hizo que fuera una conversación, consiguió que la naturalidad se convirtiera en solemnidad y que la tranquilidad se apoderara de todos. Ellos cada momento se sentían más seguros y el rito del matrimonio fue simpático y sencillo. En poco tiempo Nico y Andrea eran ya matrimonio. Se veía alegría y relajación en los rostros. Firmas de los testigos, fotos con familiares y amigos daban paso a la salida de la iglesia de los novios.

Nico da el si quiero


Andrea da el si quiero

Andrea ya casada

Los novios ya matrimonio

Los esposos con sus hermanos

Andrea guapisima

Marchandose de la Iglesia
Después todos acudimos a la celebración en un precioso lugar. Una celebración grandiosa, todo tipo de alimentos y bebidas con una presentación exquisita.

Reuniones en la celebración

Plato español

Felices
Ya mas tranquilos
Los postres
La noche discurrió entre conversaciones, risas y bailes hasta bien entrada la noche. Poco a poco todos nos fuimos despidiendo con el regusto de haber asistido a una fecha importante en la vida de los dos, de haberlos acompañado y de haberles deseado toda la felicidad posible. Andrea, radiante y bellísima toda la noche, y Nico, nos habían reunido y nos habían hecho testigos de su futuro.

En Lima


Ya mas tranquilos y después de haber asimilado aquellos momentos entrañables, comenzamos a pasar nuestros días en Lima.
Fueron los días anteriores a la boda, días intensos. Recibimos mil atenciones de toda la familia, Blanca, César y Gabriela, Félix y Mª Rosa, Camucha y Herminio, y los hijos de todos, Mauricio, Félix y Andrés (hermanos de Andrea), Karen, Liz y Gonzalo (hijos de Camucha y Herminio), Ignacio y Lucía (hijos de Gabriela y César)… Todos nos acogieron de tal forma que nos hicieron sentirnos limeños y miembros de la familia. 
En casa de Herminio y Camucha

En casa de Blanca
También en estos días recibí un gran honor. Iba a ocupar el sitio de Pepe en la boda de su hijo. Me acorde de él, me acordé de su gran simpatía y de su enorme generosidad. Ocupar su sitio en el altar fue un honor. Pero además como fruto de sus bromas también me hizo bailar, y por ello tuve que asistir al ensayo del vals que abrirían los novios y los padres. Todo un reto para mi.
Preparando el vals
Un vals extraño
Asi termina el vals
Lima nos mostró algo de ella, la inmensa extensión de sus 43 municipalidades o distritos no nos permitió conocerla entera, pero nos asomó a Miraflores, donde vivimos. Lugar señorial con playas y malecones, con parques muy cuidados y una vista excepcional de la bahía de Chorrillos desde el balcón de nuestra casa. 
Miraflores
En Chorrillos
Paseamos por Barranco donde la bohemia da paso a largas noches jóvenes y donde artistas y literatos buscan allí su residencia. Los suspiros de las limeñas sirven en Barranco de eco al mar. Conocimos San Isidro y de él su parque de los olivos, que junto a áreas residenciales con legados indígenas y coloniales, nos mostró la Lima financiera y comercial. Teatros, galerías de arte y casas culturales confieren un sabor especial a una de las zonas más bellas de esta ciudad. En la Molina, de amplias calles y avenidas, repleta de áreas verdes y viviendas unifamiliares donde los centros comerciales y las universidades plantan sus sedes, sentimos el calor de la hospitalidad limeña. Y por fin en Lima, en el majestuoso centro urbano, de enorme amplitud, saboreamos la época colonial.
Puente de los suspiros en Barranco

Desde un mirador de Barranco, Miraflores al fondo

En la Plaza de Armas de Lima
Al fonde, la catedral de Lima

Casas coloniales
Grupos folcloricos en la plaza de armas
Aún quedaban momentos que vivir antes del día de la boda y durante ellos muchas cosas que guardar en nuestros recuerdos y en nuestro corazón. Asistimos a la ceremonia civil. Fue en casa de Félix y María Rosa. Un momento familiar. Un momento entrañable que daba inicio a una vida llena de proyectos e ilusiones de Nico y Andrea. Y tras ella una cena, una reunión en la que María Rosa, excelente anfitriona, nos hizo pasar una muy agradable noche con su amabilidad y simpatía sabiendo esconder los nervios compartidos con Félix desde días atrás, viendo la felicidad de su hija y guardando la emoción de verla partir de su hogar.
El dia de la boda civil
Las madres emocionadasa

Para la cena en casa de Felix y Maria Rosa

Llegaron nuestros hijos Sara y Pablo y con ellos nuestra sobrina Mercedes y Pilar, una amiga de Merche. Tantos días sin verlos y cuánto deseábamos abrazarlos. Esperábamos ese día con verdadera ansiedad y llegó. Los teníamos cerca y estábamos felices porque estaban con nosotros y además iban a visitar Perú, algo que para ellos era especial.  Si, estábamos felices, pero nos faltaban nuestro hijo David y nuestro nieto Juan, que no pudieron venir.
Cambiando dinero en la calle con nuestros hijos
Nuestros hijos viajaron por el país, visitaron Cusco y Machu Pichu y volvieron para asistir a la boda de sus primos. Así nos acercamos a ese momento para el que vinimos. Nervios, ilusiones en todos y una esperanza de felicidad para ellos

Recibiendonos


A las siete ya estábamos despiertos y preparábamos la bajada a puerto. Por sms nos dijeron que irían a recogernos a las diez, por lo que aún quedaba tiempo para ultimar todo.
Acudimos al comedor a las ocho, pues Pilar y Eric nos esperaban para desayunar. Era el último desayuno con ellos y nos sentimos muy complacidos de su compañía. Anécdotas del viaje e intercambio de direcciones con intención de no dejar la amistad fueron los temas de conversación. Después se brindaron a acompañarnos y ayudarnos con el equipaje a la bajada del barco. Aceptamos y para nosotros fue muy importante, ya que sentíamos cierta nostalgia de la marcha.
Desayunando con Pilar y Eric
Por fin las diez. Salimos del barco y con nuestro equipaje y la cariñosa compañía de nuestros amigos nos dispusimos a tomar un coche que nos llevaría a la entrada del puerto donde nos estarían esperando. Sentado en el coche, escuche una voz que decía: “Eh, oiga, dónde va”. Me gire y vi a Nico. La alegría fue inmensa. Bajé, nos fundimos en un abrazo y vi como a escasos metros Félix (padre de Andrea), recibía de igual forma a mi mujer. Emocionados y felices nos dirigimos con ellos a la entrada del puerto, donde nos esperaban los demás con una cariñosa  pancarta. Aquellos momentos no los podremos olvidar… Andrea, María Rosa, Camucha, Herminio, Pili, Carlos, Pilar, Merche, Carolina, Tato… estaban allí. 

Recibiendonos 
Las muestras de cariño en aquella cordial y entrañable acogida, el sentirnos en Lima, lugar que tantas veces nos propusieron conocer y que creíamos imposible hacerlo, el tener la posibilidad real de acompañar a Nico y Andrea el día de su boda, hacía que nos sintiéramos felices.
Habíamos pisado Lima. Esto nos dio paso a una reflexión. ¿Están nuestras vidas escritas o es simplemente el azar lo que nos va conduciendo? Carlos, mi cuñado, era el núcleo de este hecho. Si él no hubiera ido a España, todo esto no hubiera sido posible, al menos de la forma que estaba ocurriendo. ¿Casualidad o predestinación?

Llegando a Lima


Dejamos Manta y nos volvimos a adentrar en la tranquilas aguas del Pacífico. Por delante nos quedaban dos días completos de navegación para arribar a Lima, puerto de llegada a nuestro objetivo. Allí nos encontraríamos con  la familia, la que allí vivía y la que desde España ya había llegado para la boda.
Puesta de sol en el Pácfico

Nos esperaba una travesía repleta de emociones, con deseos de llegar para ver y abrazar a todos, con ansias de sentirnos en ese lugar que nunca pensamos pisar y que tan cerca se encontraba, y con la ilusión de pasar unos días inolvidables repletos de momentos emotivos.
Junto a nuestros amigos, estos días se hicieron muy agradables. Pudimos conversar relajadamente, observar el mar y sus pescados, avistar una ballena a escasos metros del barco y, a medida que nos acercábamos a nuestro destino, tuvimos sentimientos encontrados. A la ilusión de llegar se contraponía la tristeza de separarnos de ellos.
Cena con los amigos

El segundo día de navegación se nos comunicó que a las dos de la tarde llegábamos al puerto de Callao en Lima, pero que por motivos de las autoridades de inmigración no podíamos salir del barco hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Las horas de espera se hicieron eternas, paseos por las cubiertas, miradas desde el puente a Callao, mensajes con la familia… Todo hacía que el tiempo transcurriera lentamente. Nos fuimos a cenar y llegó el momento de las despedidas. Pilar y Eric quisieron acompañarnos a desayunar al día siguiente y quedamos con ellos. Nos esperaba una noche donde el sueño iba a ser nuestro aliado para hacer mas liviana la espera. 

Puerto de Callao

Esperando en el puerto de Callao

Manta

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Tras un día de navegación desde el paso del canal, llegábamos muy temprano a la ciudad de Manta, en Ecuador. La sensación que llevábamos era la de una estancia más en nuestro viaje.
Manta es la quinta ciudad en importancia de Ecuador, y su situación privilegiada junto al Pacifico la convierte en una ciudad importante por sus playas y su pesca.
Manta y sus pesqueros
Sus playas
Bajamos a visitarla con Eric, Pilar, Roberto e Inés, y elegimos conocer un lugar cercano con amplia vegetación y diversas especies de animales. Después nos desplazamos a contemplar  la fabricación de sombreros.
Como cada lugar que pisamos, Manta no fue una simple escala. Nos enseñó lugares y nos mostró su sentir nos dejó pisar su aridez,  nos introdujo en su frondosidad y ,mientras tanto, nos permitió hablar con sus gentes y palpar su latir. 

Aridez

Frondosidad

El cafe
Monos en los arboles
Supimos la satisfacción de su población por sus dirigentes, la esperanza en un futuro prometedor y la aceptación de su presente. 
Sus gentes

Cuando recorrimos Panamá nos contaron la siguiente anécdota. En una visita del presidente Roswell a las obras del canal, debido al intenso sol existente, le ofrecieron un sombrero que él utilizó y paseó. Los periódicos aquel día comentaron en sus fotografías que el Sr. Presidente realizó la visita portando el sombrero de Panamá o sombrero Panamá. Manta nos ofreció otra explicación a aquel hecho. Aquel sombrero no se fabricó en Panamá. Aquel sombrero estaba elaborado por los habitantes de Ecuador, y en esta ciudad, sus hombres y mujeres nos enseñaron la laboriosidad de su fabricación y su paciente terminación en incomodas posturas.
Fabricación del sombrero
Sombrero de Ecuador
Ya conocíamos ese sombrero como sombrero de Panamá. No seria justo que su verdadero dueño no tuviera  el honor de que llevara su nombre, y su verdadero dueño, por ser el lugar donde nace y donde se hace, es Ecuador. Por ello para nosotros ese sombrero será siempre sombrero de Ecuador.