A
las siete ya estábamos despiertos y preparábamos la bajada a puerto. Por sms
nos dijeron que irían a recogernos a las diez, por lo que aún quedaba tiempo
para ultimar todo.
Acudimos
al comedor a las ocho, pues Pilar y Eric nos esperaban para desayunar. Era el
último desayuno con ellos y nos sentimos muy complacidos de su compañía. Anécdotas
del viaje e intercambio de direcciones con intención de no dejar la amistad fueron
los temas de conversación. Después se brindaron a acompañarnos y ayudarnos con
el equipaje a la bajada del barco. Aceptamos y para nosotros fue muy importante,
ya que sentíamos cierta nostalgia de la marcha.
Desayunando con Pilar y Eric |
Por
fin las diez. Salimos del barco y con nuestro equipaje y la cariñosa compañía
de nuestros amigos nos dispusimos a tomar un coche que nos llevaría a la
entrada del puerto donde nos estarían esperando. Sentado en el coche, escuche
una voz que decía: “Eh, oiga, dónde va”. Me gire y vi a Nico. La alegría fue
inmensa. Bajé, nos fundimos en un abrazo y vi como a escasos metros Félix
(padre de Andrea), recibía de igual forma a mi mujer. Emocionados y felices nos
dirigimos con ellos a la entrada del puerto, donde nos esperaban los demás con
una cariñosa pancarta. Aquellos momentos
no los podremos olvidar… Andrea, María Rosa, Camucha, Herminio, Pili, Carlos,
Pilar, Merche, Carolina, Tato… estaban allí.
Recibiendonos |
Las
muestras de cariño en aquella cordial y entrañable acogida, el sentirnos en
Lima, lugar que tantas veces nos propusieron conocer y que creíamos imposible
hacerlo, el tener la posibilidad real de acompañar a Nico y Andrea el día de su
boda, hacía que nos sintiéramos felices.
Habíamos
pisado Lima. Esto nos dio paso a una reflexión. ¿Están nuestras vidas escritas
o es simplemente el azar lo que nos va conduciendo? Carlos, mi cuñado, era el
núcleo de este hecho. Si él no hubiera ido a España, todo esto no hubiera sido
posible, al menos de la forma que estaba ocurriendo. ¿Casualidad o
predestinación?
Ir a recogeros parecía un juego, todos brincando de emoción, sintiéndonos personajes de una película del siglo pasado. Vuestro viaje es una aventura y nos contagiásteis a todos.
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