Dejamos
Manta y nos volvimos a adentrar en la tranquilas aguas del Pacífico. Por
delante nos quedaban dos días completos de navegación para arribar a Lima,
puerto de llegada a nuestro objetivo. Allí nos encontraríamos con la familia, la que allí vivía y la que desde
España ya había llegado para la boda.
Puesta de sol en el Pácfico |
Nos
esperaba una travesía repleta de emociones, con deseos de llegar para ver y
abrazar a todos, con ansias de sentirnos en ese lugar que nunca pensamos pisar
y que tan cerca se encontraba, y con la ilusión de pasar unos días inolvidables
repletos de momentos emotivos.
Junto
a nuestros amigos, estos días se hicieron muy agradables. Pudimos conversar
relajadamente, observar el mar y sus pescados, avistar una ballena a escasos
metros del barco y, a medida que nos acercábamos a nuestro destino, tuvimos
sentimientos encontrados. A la ilusión de llegar se contraponía la tristeza de
separarnos de ellos.
Cena con los amigos |
El
segundo día de navegación se nos comunicó que a las dos de la tarde llegábamos
al puerto de Callao en Lima, pero que por motivos de las autoridades de
inmigración no podíamos salir del barco hasta las ocho de la mañana del día
siguiente. Las horas de espera se hicieron eternas, paseos por las cubiertas,
miradas desde el puente a Callao, mensajes con la familia… Todo hacía que el
tiempo transcurriera lentamente. Nos fuimos a cenar y llegó el momento de las
despedidas. Pilar y Eric quisieron acompañarnos a desayunar al día siguiente y
quedamos con ellos. Nos esperaba una noche donde el sueño iba a ser nuestro
aliado para hacer mas liviana la espera.
Puerto de Callao |
Esperando en el puerto de Callao |
Lo que hemos vivido en Lima es poético, por tanto, inefable, siempre nuestro corazón se desbordará al recordarlo.
ResponderEliminarSe materializó la magia
y sin vosotros, Carmina y Amadeo,
aunque no lo creáis,
os lo prometo,
con el aura de viajeros decimonónicos,
con la ternura que os pertenece,
sin vosotros la magia lo habría dudado.